Por Hugo Díaz
Introducción
Se dice con frecuencia que somos un país joven y, aunque cercano ya a su segundo centenario, es verdad que no somos viejos. Pero esta constatación, que ciertamente nos agrada, no debe llevarnos a la excusa de ciertos defectos, sino más bien a aprovechar las potencialidades de esta bella y prometedora edad para superarlos.
Ser joven es soñar, planear, ser optimista y positivo; también dinámico, idealista, solidario y otras muchas maravillosas cosas más. También es ser con frecuencia: poco constante, incoherente, de humor cambiante, con una identidad muy incipiente, etc. etc.
Nuestra breve historia republicana muestra, en sus inicios y desarrollo, excelentes sueños e ideales que debieron haberse concretado en las primeras décadas: justicia, progreso, libertad, y otros. Lamentablemente, aunque ha habido importantes avances, estamos lejos de haber alcanzado logros significativos.
¿Qué ocurrió? ¿Por qué no hubo mayores avances? Muy sencillo: fallaron las personas; no tuvimos un número significativo de ciudadanos cabales; la escasa formación y respuesta cívica no dieron para más.
Si queremos un país grande en lo más importante: paz, ética, valores, solidaridad, progreso, ausencia de pobreza, y otros, necesitamos personas cabales. Por ello el verdadero reto es formar excelentes ciudadanos, personas que cumplan las normas cívicas del país.
¿DÓNDE FORMAR VERDADEROS CIUDADANOS?
Los educadores, y todo ciudadano medianamente informado, lo sabe muy bien: los buenos ciudadanos se forman en el hogar, la escuela y el entorno social; en los tres sincronizadamente.
El hogar es un lugar básico; la escuela la gran colaboradora (especialmente en el nivel superior). La sociedad suele facilitar acciones y motivaciones, aunque dentro de ella los medios de comunicación con frecuencia complican la tarea.
En la escuela a la que se refiere este artículo (tomada aquí en su sentido antiguo y más amplio que comprende todos los niveles incluso el superior), esta educación deberá ser tanto orgánica como transversal en el aula como en las múltiples oportunidades que brinda el quehacer institucional.
CIUDADANÍA EN LA ESCUELA
La formación ciudadana es muy importante en todas las etapas de la educación, aunque haciendo en cada una de ellas distintos énfasis de acuerdo a las características psicológicas y sociales de niños y jóvenes, según las diversas edades.
En Inicial y Primaria, entre otras cosas, habrá que aprovechar el buen espíritu y la confianza de los niños en sus profesores(as) para hacerlos amar al país, su región y localidad, así como a los mejores valores que propusieron los precursores y próceres de la Patria. La historia y los casos ejemplares ayudan mucho.
En la Secundaria, sin dejar totalmente lo anterior, hay que ir trabajando más las razones que justifican que debemos ser buenos ciudadanos. Asimismo, buscar el fortalecimiento de la voluntad y el convencimiento de que el ser un buen ciudadano supone un compromiso y un esfuerzo en relación a unos ideales. La necesidad de mayores conocimientos de cuáles son las obligaciones con la Patria, constituye un elemento importante que, en verdad, se suele cumplir en los programas oficiales.
En esta etapa, la participación en simulaciones electorales, acciones efectivas de colaboración, elecciones para diversas cosas, y otros, son aspectos importantes y muy necesarios. No obstante, lo principal es ir propiciando actitudes favorables al compromiso ciudadano real. Igualmente el sentido democrático es más que practicar cómo se organiza una elección y cómo se vota. Es saber escuchar los aportes de otros, aceptarlos, trabajar en equipo, ser solidarios, etc. A veces se está priorizando demasiado lo primero y olvidando lo último.
Finalmente, la Educación Superior o Terciaria, a decir de los expertos la más importante en la Educación Ciudadana, deberá cimentar razones y acciones, a fin de propiciar convicciones profundas que ayuden a una acción coherente. Eso es muy necesario a fin de desarrollar actitudes que lleven fácilmente a la acción. La formación del sentido ético es también muy importante en esta etapa.
LA EDUCACIÓN CIUDADANA ¿NO ES LA EDUCACIÓN CÍVICA TRADICIONAL?
Precisamente, en las últimas décadas se está queriendo hacer una clara diferencia. Modernamente se prefiere la expresión: Educación Ciudadana o Educación Cívica y Prácticas Ciudadanas. También se habla mucho de “Ética Ciudadana”. Pero ¿cuál es la diferencia con la Cívica tradicional de siempre?
La Educación Cívica antigua o tradicional siempre supuso, salvo la excepción de excelentes maestros y profesores, un énfasis casi exclusivo en el conocimiento de los derechos y deberes cívicos, la forma como se constituyen los poderes del Estado, aspectos diversos de la Constitución en sí, y otros. Era un curso o área fundamentalmente de conocimientos e incluso, en muchos casos, de simple memorización de datos. Es decir, no suponía un cierto compromiso inmediato de acción con la localidad o el país, como se pretende en la actualidad.
La moderna Educación Cívica –la que promueven los nuevos programas de estudio- es más rica y está directamente conectada con el ejercicio de la ciudadanía, ya que busca que se tengan los conocimientos cívicos necesarios, pero también promueve valores y compromisos éticos para la ejecución de acciones; es decir, para el desarrollo de una correcta ciudadanía.
En tanto la Educación Ciudadana moderna, si bien también comprende conocimientos, y valora compromisos y acciones, es fundamentalmente una educación para la vida ciudadana. Se desea que la persona no se desentienda de su ciudad, sino que colabore, participe, vigile, vote y sea votado, pague sus tributos, etc. etc.
PERO ¿QUÉ ES ENTONCES EDUCACIÓN CIUDADANA?
De alguna manera ya se ha esbozado en los párrafos precedentes. Sin entrar en definiciones, siempre incompletas y cuestionables, se puede decir que una buena Educación Ciudadana supone la obtención de logros importantes de los alumnos, en lo factible presente y en el futuro, en los siguientes aspectos:
· Una actuación democrática en la vida ciudadana de la ciudad y el país.
· Una concepción democrática de la sociedad basada en la dignidad de la persona humana y en la prioridad de sus deberes y derechos.
· Participación activa en la construcción social.
· Colaboración en la vigilancia ciudadana.
· Respeto a las elecciones y participación en ellas para elegir y ser elegido.
· Solidaridad con el entorno.
· El avance de la ciudad en paz, justicia y respeto a la naturaleza.
· Trabajo por el desarrollo de la identidad y coherencia de todos los ciudadanos.
¿DESDE CUÁNDO SE ES CIUDADANO?
Como es de conocimiento común: cuando tenemos el DNI (Documento Nacional de Identidad)
Pero verdaderamente, cuando en la medida que uno ejercita sus capacidades ciudadanas de participar, elegir, vigilar, actuar a favor de la comunidad, y otras ya mencionadas.
Es evidente que, las personas con escasa preparación, cultura y estudios muy elementales, tienen poca conciencia de todo esto y muy escasa capacidad para actuar exitosamente. Salvo excepciones, su ciudadanía está muy limitada. Es el caso evidente de muchos peruanos, aunque hay que reconocer que se está avanzando.
¿CUÁLES SON LOS PASOS PARA QUE EL PROFESOR FORME BUENOS CIUDADANOS?
En verdad son los pasos clásicos que permiten que una persona tenga actitudes convenientes hacia algo, es decir:
a) Convencimiento
Para el convencimiento, el maestro debe hacer reflexionar y dar muy buenas razones de la importancia de ser un buen ciudadano y actuar en dicha línea, así como razonar por qué se debe seguir ciertas ideas y acciones y no otras. Si un educador no logra convencer, lo positivo que logre será algo momentáneo y no llevará a una actitud permanente. Por otra parte, es evidente que no se trata de imponer un pensamiento, sino que él debe ser asumido libremente si así lo estima conveniente la persona.
b) Deseo.
Pero no es suficiente convencer. Es preciso motivar, y con mucha fuerza, a fin de que el sujeto desee vivamente hacer lo que su intelecto le muestra como lo más adecuado. Es muy frecuente que diversas acciones favorables a la ciudadanía se queden en sus inicios, debido a que no hubo un deseo suficiente y operante. Un deseo muy intenso incluso permitirá superar obstáculos que son inherentes a toda realización.
c) Acción.
Con los dos pasos anteriores: conocer y desear, se han dado avances muy importantes pero, en el fondo, mientras no se llegue a la acción, a la realización, lo que se ha hecho no es suficiente. Por ello es muy importante templar los caracteres, formar y ejercitar la voluntad, así como preparar personas positivas que sepan asumir decisiones y lanzarse a realizar aquello de lo que se han convencido y que desean (pasos a y b)
¿CÓMO EVALUAR LA FORMACIÓN CIUDADANA?
El estudio sobre ciudadanía en la Unión Europea expresa que la evaluación de los alumnos es un tema difícil y complejo. Aunque la evaluación de los conocimientos sobre las cuestiones teóricas relacionadas con la educación para la ciudadanía puede resultar relativamente fácil, la evaluación de su rendimiento respecto a los otros dos objetivos "no teóricos" (adopción de actitudes y valores cívicos positivos, y participación activa, es decir, el comportamiento real de los alumnos) es muy difícil.
Añade que también es compleja la evaluación de los centros respecto a la eficacia con que imparten educación para la ciudadanía. Es la dimensión práctica de esta enseñanza lo que hace especialmente difícil definir métodos para evaluarla de manera objetiva. Dada la variedad de enfoques de la educación para la ciudadanía en los centros, no resulta fácil establecer unas directrices generales de evaluación. De hecho, son varios los países que afirman carecer de métodos objetivos para evaluar la enseñanza de la educación para la ciudadanía.
EN CONCLUSIÓN.
Los ciudadanos que están en esta situación de convencimiento, deseo y listos para la acción, son precisamente los que poseen actitudes ciudadanas adecuadas y, cuando se presenta la ocasión, saben actuar como excelentes ciudadanos.
lunes, 8 de febrero de 2010
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